martes, 16 de junio de 2009

Botellón









Zaragoza, río Ebro bordeando el Centro de Natación Helios. Restos del habitual botellón de fines de semana. Zona de paso de bicicletas, peatones (muchos deportistas, niños también, con sandalias, que acuden a las piscinas) y que corren el riesgo de que sus pies se corten por las botellas rotas. El que lleva, como fue mi caso, zapato cerrado, olor a mierda, hedor de basura. A unos metros, unos piragüistas con su monitora, se entrenan como todos los sábados en que el río, ahora en primavera/verano lo permite. Aquí, cultura de disciplina y esfuerzo, de chicos y grandes. Allí, el máximo esfuerzo quizá consista en poder dar al cerebro la orden de empinar nuevamente el codo o lo que se tercie. Éstos, los del cerebro lleno de alcohol y otros productos, contentos. Hay que darles espacios para su "ocio". Son votos. Aquellos, deportistas, vida sana y exigente, no sólo se esfuerzan en su actividad sino también en pedir al Ayuntamiento ayudas para el deporte, ayudas que no llegan. Están olvidados. Me lo comentó la monitora. Una vergüenza. Vayan y vean. Pasa mucha gente por esa zona. Prometo unas fotos con las piraguas.
Las monitoras están hartas de limpiar la basura que dejan los del botellón. El Ayuntamiento no se ha enterado, o no se quiere enterar, que también esa es una zona para limpiar, o para procurar que allí no se haga botellón. Por elementales razones de salud pública.







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