


Zaragoza, río Ebro bordeando el Centro de Natación Helios. Restos del habitual botellón de fines de semana. Zona de paso de bicicletas, peatones (muchos deportistas, niños también, con sandalias, que acuden a las piscinas) y que corren el riesgo de que sus pies se corten por las botellas rotas. El que lleva, como fue mi caso, zapato cerrado, olor a mierda, hedor de basura. A unos metros, unos piragüistas con su monitora, se entrenan como todos los sábados en que el río, ahora en primavera/verano lo permite. Aquí, cultura de disciplina y esfuerzo, de chicos y grandes. Allí, el máximo esfuerzo quizá consista en poder dar al cerebro la orden de empinar nuevamente el codo o lo que se tercie. Éstos, los del cerebro lleno de alcohol y otros productos, contentos. Hay que darles espacios para su "ocio". Son votos. Aquellos, deportistas, vida sana y exigente, no sólo se esfuerzan en su actividad sino también en pedir al Ayuntamiento ayudas para el deporte, ayudas que no llegan. Están olvidados. Me lo comentó la monitora. Una vergüenza. Vayan y vean. Pasa mucha gente por esa zona. Prometo unas fotos con las piraguas.
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