domingo, 13 de diciembre de 2009

Estampó su nariz por ir borracha


Domingo. Seis de la mañana. Risas etílicas en la acera, bajo mi ventana. Risas femeninas. Tres. Me despiertan. Fuera, 4º C, sin niebla. Pego mi nariz al cristal. La mayor, talludita, rondaba los cuarenta. Las otras no pasaban de los veinte.


Señalaban un bar que ya estaba cerrado. Querían más juega con más alcohol. No pudo ser.


Al final dejaron de reír, avanzaron por la acera, rumbo a un paseo más ancho, hasta que ¡zas!, la talludita estampó su nariz en el poste recaudatorio. La mía, mi nariz, ya fría por el cristal, volvió a pegarse a la blanda y tibia almohada.

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